viernes, 2 de noviembre de 2012

Guias, maestros y protecciones

Todos hemos sentido alguna vez la sensación de que alguien nos acompaña cuando no hay nadie a nuestro alrededor. En ocasiones esta impresión nos incomoda, pero si acudimos a pensamientos agradables desaparece con rapidez. En el fondo de la cuestión, incluso para el más escéptico, pensar en que tenemos un ser que nos proteje y acude a nuestro auxilio sólo con pensarlo proporciona una mayor seguridad a la hora de afrontar cualquier reto cotidiano.

Ciertamente, para alguien que no cree en este tipo de cuestiones, todo esto puede sonar a cuento chino, pero lo cierto es que, si la energía que compone todos los elementos de nuestro universo puede adoptar diferentes formas, ¿por qué no podría existir en un plano diferente al nuestro un ser bondadoso que nos acompañe y auxilie?

Si estamos dispuestos a considerar la existencia de espectros y energías discordantes, por un simple fenómeno de contrarios deberíamos aceptar que sus opuestos positivos existen. Pues bueno y malo son matices para un mismo fenómeno. Tan sencillo y complicado como eso.

Evidentemente, todo es más fácil cuando uno dispone de cierto tipo de evidencias o ha tenido experiencias personales a las que acudir. Soy bastante afortunado, porque de lo contrario, intuyo que mi espíritu crítico y escepticismo me hubieran impedido avanzar sin haber tenido evidencias claras de la existencia de ninguno de ellos.

Este tipo de presencias bondadosas y bienhechoras responden a varias categorías:

-médicos de cielo. Son seres de luz que acuden a realizar ajustes y sanaciones una vez que conocemos la dinámica para establecer contacto con ellos. Podemos realizar unas "urgencias" de efecto inmediato o bien planificar un "tratamiento" a más largo plazo, de varias sesiones de duración. No permanecen junto a nosotros durante todo el tiempo, pero podemos acudir a ellos a través de la voluntad de contactar o bien mediante el pensamiento. Existe la posibilidad de que nos asignen un instructor, ser que velará para que nuestro aprendizaje se realice sin contratiempos, proporcionando indicaciones a través de un canal mental y mediante la realización de trabajos específicos.

-protecciones. Ángeles custodios, de la guarda y demás personajes del reino angélico. Cada persona cuenta con un número distinto de protecciones, en ocasiones adaptada a las necesidades específicas: trabajo de riesgo, relaciones personales, ambiente de vida... Cada uno de ellos cumple con otras misiones además de la que les ocupa de forma específica. Es posible, en ocasiones, visualizar a qué rayo de luz pertenecen o en que frecuencia de vibración se mantienen. Algunas personas son capaces de establecer contacto con ellos y obtener información relevante sobre cuestiones que atañen directamente a la persona. Su presencia junto a nosotros es permanente, aunque difícilmente podemos percibir nada sin un trabajo previo o las condiciones adecuadas.

-guías. Seres de luz que nos acompañan en el camino de aprendizaje. Difícilmente revelan su identidad. En ocasiones están vinculados con las habilidades o capacidades innatas de que disponemos, aunque no seamos conscientes de ello. A modo de instructores, pueden acudir a nosotros cuando nos enfrentamos a retos o cuestiones personales que requieren de un esfuerzo o concentración previa muy importante. Si conocemos su identidad, podemos trabajar solicitando su ayuda.

-maestros. Personajes ascendidos que acuden en ocasiones excepcionales para transmitirnos un mensaje o enseñanza. Suelen acudir a las personas que realizan acciones por el bien común, que actúan de forma desinteresada por el bien de otros individuos. Acuden también a los lugares donde se realizan movimientos de energía de forma colectiva, siempre movidos por el bien y el amor universales. Existe una extensísima nómina de maestros ascendidos, en ocasiones aparecen con aspecto antropomorfo y elementos que permiten identificarles. A veces, ellos mismo se identifican tras preguntarles su nombre. Es un tipo de presencia o aparición poco frecuente debido a la cantidad de energía y el tipo de vibración necesaria para que se produzca la conexión con ellos.

Particularmente, he tenido la gran suerte de contactar con seres pertenecientes a las tres categorías enunciadas en las líneas anteriores. Las conexiones fueron armónicas y durante la realización de ceremonias o movimientos de energía en su mayor parte. Durante la realización de algunos trabajos de sanación he tenido también la gran suerte de contactar con el arcángel Miguel o nuestra madre María, cuya energía tan poderosa y potente me dejó completamente extenuado.

En el caso del arcángel Miguel, en el instante que se produjo su aparición sentí una voz atronadora dentro de mi mente y una gran fuerza que me aplastaba, depositando toda la tensión sobre las piernas, como si el peso del firmamento hubiese caído sobre mi cuerpo. Únicamente pude visualizarlo de forma parcial debido a la gran tensíón que me produjo su presencia y al dolor físico que experimenté durante los escasos segundos de su comunicado. Portaba una espada muy brillante, como de metal líquido, incandescente la hoja y con una empuñadura que debía permitir asir el mango con ambas manos. Vestía una cota de malla muy fina y resplandeciente, de aspecto plateado, al igual que el reflejo de la hoja de la espada. La cabeza iba desnuda, con el cabello a modo de melena ondulada de color castaño. Todo ello envuelto de una luz muy blanca, que no permitía mirar directamente.

Tras su visión y el comunicado, caí rendido sobre la cama y tardé un buen rato en poder incorporarme. Las agujetas me duraron bastante tiempo...

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