jueves, 25 de octubre de 2012

Medicos del cielo, angeles y otros amigos (II)

Esa sensación de que estás acompañado resulta muy inspiradora.
Saber que en otros campos o planos de consciencia suceden cosas a las que uno no está preparado para hacer frente le pone los pelos de punta al más pintado. Salvo que uno decida no cuestionarlas y aceptar que las experiencias pasadas y presentes son un regalo maravilloso. En ese momento preciso se produce un cambio que provoca la llegada de más y más mensajes, de imágenes, de contactos...
Al menos eso es lo que me ha pasado a mí.
Sigo contando.
Estábamos con las primeras sesiones de meditación y unas sanaciones con médicos del cielo.
Ciertamente, aquello resultaba para cualquier profano en la materia un poco extraño.
Se trata de seres de luz que trabajan en un plano distinto al de los ángeles, circunstancia que nos advierte de que, evidentemente, hay varios niveles de energía (sobre ese tema dedicaré unas líneas más adelante). Su vocación de servicio les conduce a trabajar con los seres humanos para ayudarnos a elevar nuestro nivel de consciencia y nuestra vibración, trabajando con fuerzas muy sutiles y auxiliados por máquinas especiales.
 Como su nombre indica, no son terrícolas, aunque no coinciden para nada con la visión que podríamos tener de E.T. Son seres de luz, armónicos, que aparecen con formas y aspectos acordes con su elevado nivel de vibración: hombres y mujeres bien parecidos, ataviados con distintas vestimentas relacionadas con su especialización o con su rango. De hecho, hay seres de distintas procedencias, agrupados en distintas naves, y cuya misión parece determinar la predisposición hacia cierto tipo de trabajos.
Yo prácticamente no había oído nada de ellos antes de acudir a mi primera sesión de trabajo. De hecho, no sabía más que lo poco que me había contado mi mujer. Sin embargo, entre los asistentes sí había personas que conocían este tipo de experiencias y habían realizado contactos bastante sorprendentes.
La sesión comenzó con una relajación, inducida por una suave música y las orientaciones de la persona que dirigía el trabajo. Una vez se consideró oportuno, cada uno de nosotros se tumbó y permaneció relajado hasta que se indicó el final del trabajo. En nuestras inmediaciones, cada uno tenía papel, lápiz y una botella de agua donde se apuntaron nuestros deseos, necesidades o solicitudes.
Esto último fue lo que más me llamó la atención. Al parecer, en el agua quedaban fijadas las vibraciones de nuestros terapeutas estelares y los ajustes que nos habían realizado se reforzaban con el consumo de dicho líquido. Además, existía la posibilidad de mantener las propiedades de forma ilimitada añadiendo agua a la botella y mezclándola con la que había sido tratada antes de que se acabase...
Esta primera sesión condujo a otra, la curiosidad por conocer más nos llevó a un curso específico sobre la materia y así conocimos a Aura Kupper.
Y ahí sí que puedo decir que comenzaron a pasar cosas interesantes...

No hay comentarios:

Publicar un comentario