sábado, 20 de octubre de 2012

Primeros encuentros (II)

Nada parece lo que es hasta que le sucede a uno mismo.
Desde la primera de las experiencias, en la familia parecía que algo había cambiado.
Especialmente porque mi revelación desembocó en que mis padres nos contaran las vivencias que habían mantenido en secreto durante mucho tiempo.
Al parecer, mi madre poseía una sensibilidad especial hacia las energías, pero nunca ha desarrollado sus capacidades. Se lo indicaron algunas personas a las acudió buscando consejo. Le dijeron que seguramente debía ayudar a sanar, que podría servir a mucha gente proporcionando alivio a sus dolencias.
Entre las cosas que nos contaron a modo de anécdota, relataron que, al poco tiempo de casarse, un gran cuadro que colgaba sobre su cama se descolgó sin que se produjera la rotura de los clavos y cayó sobre el cabecero. Todos sucedió de forma repentina en mitad de la noche, mientras dormían y no pudieron explicarse cómo el cuadro había salido de los anclajes...
El relato de las vivencias experimentadas en los últimos meses, aquella misma mañana, tras narrar yo lo que me había pasado, nos sobrecogió a todos.
Al parecer, mi madre también "recibía" de forma habitual visitas de seres, que habían ido aumentando su "agresividad". De hecho, poco tiempo después, desplazaron físicamente a mi madre de la cama, como si la cogieran por los brazos y las piernas, y la dejaron en el suelo en idéntica posición que ocupaba sobre la cama. Mi padre, atónito, comtempló la escena sin entender muy bien qué había pasado.
Desde ese momento, el "mosqueo" se hizo general.
Intentábamos no hablar de estas cuestiones, porque estábamos algo asustados y sensibles a cuestiones paranormales. Aquello se convirtió en un tabú familiar, porque mi padre prefirió zanjar el tema.
Poco tiempo después volvía a experimentar una vivencia similar en la casa de la playa, con idénticos personajes como protagonistas y las mismas sensaciones.
De nuevo, volví a sentir una fuerte presión y un desvanecimiento, que dió paso a un sueño muy profundo.
En nuestra vivienda habitual compartíamos un dormitorio muy grande los tres hermanos y ninguno había experimentado nada similar, por lo que me sentía bastante más seguro. Sin embargo, ese mismo invierno, recibí una nueva visita...
Se trataba nuevamente de los dos seres, que se presentaban como cuerpos de luz. En este caso el pánico fue más intenso porque pude percibir que se aproximaba el episodio con más anterioridad. La presión fue muy intensa y se mantuvo mucho tiempo antes de visualizar las formas de luz. Yo permanecía paralizado y viendo todo lo que sucedía como a cámara lenta.
Probablemente no fueron muchos segundos, pero a mí me pareció una eternidad.
La habitación donde dormíamos daba a un largo pasillo, que se iluminó perfectamente a su paso cuando se aproximaron hacia mi. La puerta estaba abierta y mi cama se encontraba al fondo de la estancia. Las cabeceras estaban apoyadas contra la pared, dejando zonas de paso a los pies y en los lados.  Los seres recorrieron el espacio que mediaba entre la puerta y yo pasando junto a las camas donde dormían mis hermanos.
Mi cabeza latía al ritmo de mi corazón, que estaba a punto de salirse del pecho. No hacía más que rezar mentalmente, aunque los seres no se detuvieron hasta llegar donde yo me encontraba.No podía hacer absolutamente nada, ni siquiera cerrar los ojos. Aquella luz intensa, blanca, que amarilleaba un poco al alejarse de las formas, me cegaba. Finalmente me desvanecí y sentí cómo la presión se alejaba.
Nadie en la casa percibió nada aquella noche.
Nadie, excepto yo, que comencé a barajar algunas hipótesis respecto a mi salud mental...
Sin embargo, desde aquella visita las cosas cambiaron.
No volví a experimentar nada igual en los años siguientes.
Me trasladé y viví en otros lugares.
Mi actividad profesional me mantuvo quizás bastante ocupado y preferí no recordar nada de aquello.
Hasta que conocí a la persona que hoy es mi compañera.
En ese momento, algo se volvió a conectar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario